La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), considera las Nuevas Sustancias Psicoactivas (NSP) como “sustancias de abuso, en estado puro o en forma de preparados, que no estén controladas por la convención sobre narcóticos de 1961 o la convención de 1971 sobre sustancias psicotrópicas”.
Entre 2009– 2023 se han informado la aparición de 1.228 NSP a nivel mundial. En Chile, aunque estas sustancias aún registran prevalencias bajas, el fenómeno de rápido dinamismo de estas sustancias y su potencial riesgo a la salud nos lleva a trabajar de modo coordinado para evitar su ingreso, controlar su mercado interno y promover medidas preventivas para reducir el daño y el riesgo a la salud que esto supone. Durante los años 2015 - 2022, se han identificado 60 NSP en el país.
Este fenómeno ha desarrollado un mercado complejo de detectar a la velocidad que evoluciona, enfrentándonos a nivel mundial a nuevos desafíos en cuanto a la vigilancia, detección e identificación de este tipo de drogas. Es por esta razón, que la realidad de las NSP se ha convertido en una preocupación para toda la comunidad internacional, tanto desde el ámbito de la oferta como de la demanda de drogas.
De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidad contra la Droga y el Delito (UNODC), “el uso de NSP a menudo se vincula con problemas de salud. En general, sus efectos secundarios van desde convulsiones a la agitación, agresión, psicosis aguda, así como un potencial desarrollo de dependencia. La pureza y la composición de los productos que contienen las NSP son desconocidas, lo que pone a los usuarios en alto riesgo, como lo demuestran las admisiones de emergencias hospitalarias y muertes...”
La información disponible sobre las NSP es limitada por lo que los consumidores a menudo no saben a qué tipo de riesgos se están exponiendo en cuanto a sus efectos crónicos, potencial cancerígeno o toxicidad, muchas veces esta información aún está en desarrollo por lo que su impacto en la salud a largo plazo aún no se conoce del todo.
Las sustancias psicoactivas pueden clasificarse de acuerdo a diferentes criterios: estatus legal, origen, estructura química, acción farmacológica, peligrosidad para la salud, entre otras.
La selección de los criterios para la elaboración de una determinada clasificación y usos de ésta, dependen, en gran medida, del contexto en el que se lleva a cabo dicha acción, y en general, las clasificaciones más utilizadas para NSP son por sus efectos y por sus características químicas. La primera clasificación matiza el sentido socio-antropológico que reviste el uso de una determinada sustancia. El criterio fundamental de esta primera clasificación son los efectos farmacológicos asociados a las sustancias, por lo tanto, apuntan a una mirada comprensiva de la demanda, por lo que esta es la clasificación definida a continuación:
Un Fenómeno de Drogas Emergentes (FDE) es un evento vinculado a sustancias ya conocidas en un país pero que muestran cambios en los patrones de consumo y/o en la composición química habitual debido a nuevos adulterantes y/o diluyentes detectados, provocando modificaciones en los contextos de consumo y generando nuevos riesgos para la salud pública.
Pueden implicar también la aparición de NSP, pero incorpora, además, otras dimensiones como, por ejemplo, las referidas a nuevos patrones, vías y/o sentidos asociados al consumo.
La observación de un fenómeno por primera vez puede vincularse al hecho de que sea un fenómeno nuevo o bien que sea un fenómeno preexistente, pero que es notado por primera vez. En este sentido, un fenómeno emergente de drogas se podría tratar de un nuevo patrón de uso, un nuevo fármaco, una nueva población, una nueva percepción, etc.
Todo consumo de alcohol y otras drogas generan alteraciones físicas y psíquicas en nuestro organismo, provocando graves daños a nuestra salud, a corto y a largo plazo.